domingo, 16 de diciembre de 2012

Zulo.


Todo estaba oscuro. La habitación apenas tenía ventilación siquiera. No había hueco posible por el que pudiera salir toda la mierda acumulada allí dentro.

                Ella no se daba cuenta de todo esto. Ya estaba acostumbrada. Llevaba demasiado tiempo viviendo así. Su maltrecho cuerpo no notaba las rozaduras de los escombros que la rodeaban. En otro tiempo, quizás, alguien pudo disimular todo lo que allí dentro había, y tratar de convertirlo en algo bello con falsas fórmulas y sentimientos vacíos. Pero cuando se fue, el mal fue más espeso, y la oscuridad más densa.

Y ella siguió consumiéndose. Sus ojos se adaptaron a la falta de luz, su corazón a la falta de calor. Muchos intentaron entrar, pero no sabían por dónde empezar a derribar las paredes de aquel zulo infernal. Algunos se rindieron a la primera de cambio. Pocos aguardaron, insistieron o siguieron luchando por estar ahí. Ella era ajena a todo esto. Seguía sin haber luz. Apenas cabía nada más además de su cuerpo, desnudo y desvalido. A pesar de todo, no se estaba mal allí. Nunca hacía calor, no molestaba la luz; era un fantástico escondite. Ella podría salir a mirar el exterior si quisiera, pero no iba a hacerlo. Todo cuanto podría querer estaba allí dentro, entre los viejos recuerdos y los sentimientos oscuros. Entre esas cuatro paredes cabía su mísera vida.

                Por eso apenas fue consciente de que algo duro y brillante pululaba a su alrededor, buscando una entrada para sí, una salida para ella. Por eso no se dio cuenta de que lo llamaba a gritos de silencio, tratando de hacerse oír a través de los muros de su infranqueable coraza. Por eso no se percató de que poco a poco iba consiguiendo abrir una pequeña ventana. Por eso no estuvo preparada cuando la luz atravesó aquella oquedad y la cegó, dañando sus ojos.

                Gritó. Dolía.

                Pero apenas hubo pasado un poco de tiempo, sus párpados se abrieron tímidamente, y sus pupilas observaron el mundo.

                Y allí estaba él.

                Él le devolvió la luz. 

2 comentarios:

  1. Lo que sale de dentro de un ser tan simple solo puede ser una cosa, belleza. Maldita ternura la tuya.

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