domingo, 27 de diciembre de 2015

Inocente, inocente.

Se me salen las tripas y aquí huele a podrido, que las mariposas fermentan bien. Yo que tú me alejaba. Mi tinta es ponzoña y mis manos tratan de sostener los pedazos que se rompen de mí, pero se me escurren entre mis dedos engarrotados por el frío. Me arde la inseguridad, la ingenuidad y el avergonzamiento. Me duelen las cicatrices que me hice yo misma más que las que me hicieron los demás. No sé olvidar, pese a que no recuerdo. Me falla más veces la razón que la memoria, y más veces la memoria que el rencor. Prefiero recordar risas ajenas y lágrimas propias. Prefiero lo bueno de fuera, y que lo malo venga del interior.




¿Y que la ingenuidad se siga comiendo las mariposas?


No. Mejor no te alejes. Mis mariposas son mías. Mis mariposas son mi reliquia. 

jueves, 10 de diciembre de 2015

Agua y luz.

Para analgésico, su olor.
Para curativas, sus manos.
Para tranquilizante, su voz.

Yo sólo era espinas, y él me vio flor. Dice un viejo poeta que unos ojos no son bellos porque tú los veas, son bellos porque te pueden ver. Y yo tengo la mirada llena de luz y de mar.

Te quiero.

sábado, 7 de noviembre de 2015

"No te vayas."

Es la primera vez que me pides que me quede. Tú, avaro de tristezas, de los ojos secos y los pasos firmes. La primera vez que titubeas y se te pierden las palabras y el consuelo no llega, y me buscas en kilómetros de más, y encuentras caricias de menos.

Me he hecho pedazos tantas veces que has tenido que ser un arquitecto de arena. E increiblemente lo hiciste, luz. Me llenaste de ti y hoy mis sombras, aunque intensas, han perdido territorio. Y hoy me toca a mi ser albañil, asi que trataré de arreglar tus fisuras con lo que sea, aunque mis ruinas no sean dignas de mancillar tu palacio. Que mis pedacitos son tan pequeños que aún llevo algunos en los bolsillos, como ese niño al que se le ha caído su primer diente y tiene miedo de entregarlo por si no le llega su premio. Y mis pedacitos son tuyos, si los quieres. Igual cementan bien. Porque ya estoy en ti, niño, del mismo modo en el que estás en mi en cada gesto, en cada risa. Por qué será que siempre que me describo acabo hablando de ti.

La balanza se vuelca hoy en mi favor y debo estar a su altura. Y pondré mi carne en tu asador y mis manos sobre tus huecos, y mis ojos en los tuyos hasta que vuelvas a tener toda la vida en ellos.

Pon tu cabeza en mi regazo y descansa, niño, que esta guerra la lucho yo.

domingo, 25 de octubre de 2015

25.

Ojalá no te corrompa. Ojalá nunca seas capaz de responder a mis preguntas de niña triste. Ojalá sigas teniendo siempre la vida en cada pestañeo.


domingo, 4 de octubre de 2015

Un día me dijeron "eres tú, estoy seguro", y desde entonces la seguridad ha quedado relativizada y vetada a momentos de embriaguez e inocencia -de esa perdida-.

Yo sólo quiero las buenas noches al final del día y sentir que me mira cuando yo a él no. 

Quién quiere seguridad cuando has sido tú mismo el que ha aniquilado la posibilidad de frenar. 

jueves, 3 de septiembre de 2015

La montaña rusa está llegando arriba y yo sólo puedo mirar la belleza a mi alrededor. Y no sé si seguirá subiendo mucho tiempo más o me espera una caída de la hostia. Y me da igual. Y yo que siempre pensé antes en los finales que en los comienzos, no veo ni lo uno ni lo otro, y estoy suspendida en el aire, bailando como un lazo en un ventilador.

Desnúdame hasta la sonrisa. Esa que apenas reconozco. Qué es esto. Qué me pasa.

Me pasa un corazón que late tan fuerte que ensordece el mio. Un lunar en la frente. Una cicatriz en la ceja. Y una mirada que llevaba tantos años esperando ser devuelta que vierte sentimientos eternos en una centésima de segundo.

Me has salvado la vida. Otra vez.

lunes, 6 de julio de 2015

Putrefacto.

Sois todo vísceras.

Buscáis la poesía de vuestro sufrimiento de pega y tratáis de plasmar un sentimiento inexistente allí donde vais. Buscáis dejar huella y no tenéis ni puta idea de lo que es hundirse en el barro.

Sois todo vísceras.

Huesos y sangre, bilis y tripas. Vomitáis tripas, y hay que vomitar desde más arriba.

Hace no mucho que leí que "si os doliese de verdad, casi ninguno seríais capaz de escribirlo". Seguid con vuestras fotos mirando al horizonte y vuestra palabrería barata de Coelho. Seguid con vuestro alternativismo incomprendido y vuestros aires de exclusivismo genuino. Seguid con vuestras tripas, que la sangre es toda mía. Seguid.

Que os jodan.

sábado, 30 de mayo de 2015

Éire.

Llegué huyendo. De todo. De todos. Llegué escapando de caras que me saludasen por la calle, buscando el anonimato. Buscando conversaciones triviales con gente que no viese más que lo de fuera, huyendo de cualquiera que traspasase la fachada.

Llegué con la intención de enfriarme. Con la intención de mojarme lo mínimo, y sobrevivir siempre resguardada de cualquier adversidad. Con la intención de adquirir más capas que me protegieran de la intemperie.

Y huí. Y salió bien. Hasta que traspasaron la fachada. Hasta que me saludaron por las calles. Hasta que una desconocida en un mar inmenso de gentes se sintió parte de ese mar. Una gota más.

Y me enfrié. Y salió bien. Hasta que empecé a mojarme. Hasta que me di cuenta de que las capas humedecidas pesan demasiado, y que cuando llueve se va mejor con un simple chubasquero. Hasta que tiré el paraguas. Hasta que empecé a valorar la lluvia en mi pelo. El olor constante a mojado. Y estaba fría, pero no seca.

A partir de entonces, todo salió mejor.

Gracias.

martes, 31 de marzo de 2015

Juré morir amando todo.

Hay momentos en los que la melodía deja de ser música de fondo
y pasa a ser banda sonora. Deja de ser banda sonora
y pasa a ser sístole. Y diástole. Y sístole.

Cerrando los ojos, se enciende el universo. El de dentro.
Y resulta ser aún mas negro que el de fuera. Qué sorpresa.

Tienes que volver al lugar del que nunca te atreviste a huir,
tienes que callar lo que nunca supiste decir.
El recuerdo es más presente que el momento.
No se puede resetear algo que no funciona.

Deliras alcohol y humo mientras mis delirios de palabras consumen tus venas ennegrecidas.
Lloras cada noche con los puños cerrados extrañando presencias ausentes cuando a mi se me ha olvidado cómo sabe el agua salada.


Nos fumamos un peta, dices.
Si me fumo te enrollas. Si me rayas te esnifo.
Mis pupilas ya están dilatadas.
Se han adaptado a la oscuridad.

Juré morir amando todo.
Y qué mal me ha salido la jugada, tío.

martes, 24 de febrero de 2015

Punto y coma.

Flotaba entre la inconsciencia y el dolor. Sus extremidades se extendían abiertas, lacias e inertes, como los tentáculos de una medusa que se deja llevar mecida por el agua. Sentía su cabeza muy pesada, como si empujase la superficie sobre la que reposaba. Y al mismo tiempo no estaba allí. Estaba muy lejos de allí. Un zumbido sin intermitencia impedía la corriente de información entre cada una de sus neuronas, como si hubiera pasado demasiado tiempo cerca de un enorme altavoz para luego pasar a una repentina quietud, como el ruido sordo de la nada, como la ausencia total de sonido donde debería haberlo. No debería poder pensar. Su mente decía que no debía decir cosas y comenzaba así una contrariedad. Una de tantas.

Era demasiado doloroso, no podía haberse ido. Pero estaba demasiado ida como para ser capaz de volver. Ni siquiera sabía cómo emprender el regreso. Ni siquiera sabía si podía haber tal regreso. Trató de esforzarse en encontrar una salida a aquel tapiz blanco que a veces se tornaba negro y otras veces cobraba colores indescriptibles, mas ¿cómo iniciar una búsqueda sin herramientas físicas que obedezcan tus órdenes? ¿Cómo dar órdenes desde una central estropeada y obsoleta?

Era como una parálisis del sueño eterna. Era una semiinconsciencia consciente. Un querer y no tener cómo. A veces creía recibir estímulos externos y agudizaba unos sentidos que probablemente estuviesen aún más maltrechos que su hastiado cuerpo. No. El camino del dolor era demasiado horrible.

No sabe cuánto tiempo pasa, a veces parecen años y otras milésimas de segundo. Nada cambia y a la vez cada instante es diferente del anterior. Y entonces ocurre. En el constante zumbido de su mente se cuela otro sonido. Habría sonreído si hubiese sabido cómo.

Tiene que volver. Tiene que encontrar el camino de vuelta. Tiene que sufrir un poco más. Mucho más. Pero debe hacerlo. Debe regresar de su limbo.




.../


En la fría habitación del hospital, una máquina frena su incesante pitido.

Sólo un momento.

lunes, 5 de enero de 2015

"Me pregunto quién sería el primero en descubrir la eficacia de la poesía para acabar con el amor".

Te esforzaste tanto por regar la flor que acabaste ahogándola.

Te esforzaste tanto por creer en algo inexistente que acabaste matando lo tangible.
Mataste lo bello queriendo crear algo perfecto.

Te llaman poeta, te llamo niñato. Te añoro, niñato. Pero no vuelvas nunca.