domingo, 2 de octubre de 2016

El roce de las sábanas contra el movimiento de mis inquietos pies, la luz dorada del atardecer colándose por los minúsculos agujeros de la persiana y dibujando estrellas en la habitación, diálogos de una serie a la que no le presto mucha atención como música de fondo, el olor a campo, a sol, y a retales de un verano que no quiere irse del todo.

Un milagro tras otro en la habitación, y yo sólo puedo concentrarme en el ritmo de tu respiración en mi nuca.

Eres mi milagro favorito. Eres inefable.