domingo, 20 de noviembre de 2016

Autorretrato.

No sé si me quiero, pero he aprendido a querer.

Las nubes negras son entorno conocido aquí dentro y sobran fuera, y necesito el sol para que me temple la sangre que me falta. Cuando lloro lo hago hacia adentro, pero anego fuera. Muchos me han visto llorar, pero casi nadie chillar de alegría. No sé mentir por donde veo y sólo miro a los ojos cuando confío. Los labios son el objetivo de mi mirada cuando no quiero hablar contigo.

Me duelen las uñas cuando ansío escapar, y se me enrojece la piel de los brazos si quiero gritar hacia adentro. La noche es una gran amiga que me aterra, que saca la maga en mí  pero me hace creer en la magia oscura.

Cuando no sé vivir cierro los ojos y le imagino sonreír. Cuando quiero aprender a vivir le cojo de la mano.

De Calvin y Hobbes me quedo con Calvin y soy Hobbes. Mi Calvin habita al otro lado de la pared y son los ojos que me sonríen cuando el resto no sabe hacerlo. Me encanta observar las historias ajenas y odio ser el punto de mira. El café huele a casa y a invierno, y me lavo las manos con él cuando friego la cafetera para empaparme del calor del hogar. Cuando apenas sabía qué era, le escribí una carta a la Nada y cantaba canciones que hablaban de una mañana de una película de Boggart. Nunca vi la felicidad como un objetivo alcanzable.

Crecí a la sombra y eso me hizo húmeda.
Crecí a la sombra y permanecí oculta.
Crecí a la sombra y por eso soy verde y estoy llena de vida.

Me gusta vestir de negro pero creo que por dentro soy de colores. Lo que más me gusta de mi es quién está conmigo. Me gustan los viajes porque de pequeña los odiaba. Odio el amarillo porque de pequeña me encantaba. Me escondo donde no se ocultan las cosas, porque es donde nadie mira. A veces soy invisible por elección.

Sólo las manos de mi madre me pueden quitar de encima lo que el mundo carga en mis hombros. Los ojos de mi padre sonríen más de lo que yo podré sonreír nunca.

Tengo un miedo atroz. Todo el rato. Y por eso creo que aunque sea Hufflepuff, soy valiente.

No sé si me quiero, pero lo intento.

domingo, 2 de octubre de 2016

El roce de las sábanas contra el movimiento de mis inquietos pies, la luz dorada del atardecer colándose por los minúsculos agujeros de la persiana y dibujando estrellas en la habitación, diálogos de una serie a la que no le presto mucha atención como música de fondo, el olor a campo, a sol, y a retales de un verano que no quiere irse del todo.

Un milagro tras otro en la habitación, y yo sólo puedo concentrarme en el ritmo de tu respiración en mi nuca.

Eres mi milagro favorito. Eres inefable.

domingo, 26 de junio de 2016

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Estúpida. Deja de aletear perdida y planea al son de la brisa que sabes que siempre te acompañó. Deja de engrandecer la sombra que te esconde y crece para ser tan grande como el que la proyecta. Déjate de niñatadas y de traumas de cría tonta y demuestra que tus ruinas son dignas del palacio de cristal. Aprovecha la luz, tú que acostumbrabas a anhelarla desde la oscuridad.

Despierta, estúpida.

miércoles, 4 de mayo de 2016

Amanecer.

Todo es tinieblas. Todo son sombras. Siluetas, rostros sin rostro y voces en off. La quietud que odio y el caos que habito. El mundo que despierta cuando la vida duerme golpea sin titubear ante el menor atisbo de posibilidades. Y cuando todo se torna negro de repente dan miedo los colores, las sonrisas y la monotonía del día a día. Sin explicación. Sin tregua posible. No hay manera de escapar de algo inherente a ti mismo. No hay manera de huir de los gritos que vienen de dentro. No hay calma posible cuando la tempestad es el silencio. No existe el descanso al cerrar el telón.

Abro los ojos. Busco a mi alrededor. Una voz me sonríe.

- Buenos días. 

Estoy a salvo.

miércoles, 30 de marzo de 2016

La sonrisa del infeliz.

Es más sonrisa que cara, pero cuando se pone seria se le humedecen los ojos. Camina dando saltitos y  cuando habla le aletean las manos ansiando volar. Cuenta su mierda. "Todo el mundo tiene lo suyo". Pero vaya con su mierda. "He rozado la locura. La he tocado con los dedos. Estuve a punto de perderme, pero siempre quise luchar". Apenas sabe nada de mi. No ha hecho falta. Dice que he sufrido, que eso se nota. Que entre nosotros sabemos reconocernos. Dice que soy fuerte. Que me lo vio en la cara. Dice que se ve reflejada en mi y que ahora nos toca. Dice que la felicidad se consigue persiguiendo la felicidad. Yo creo que se refiere a la Utopía que describía Galeano. Pero quizás sí que sea el camino el que ella describe. Quizás la solución sea decir adiós a los monstruos. Dejar de temer la soledad y el abandono. Creer como ella que "si hemos pasado por esto, podemos pasar por cualquier cosa. Ya nada puede con nosotras".

Yo también rocé la locura con los dedos. Aún sigo acariciándola de cuando en cuando. Y me da miedo que mi mierda salpique, que mi mierda aleje y que el "eres normal" que me dijeron un día sea tan sólo un espejismo. Y me meto las llaves entre los dedos cuando voy sola. Y me alejo de las ideas de una estabilidad que jamás he sentido. Y tengo el concepto 'Efímero' tatuado a hielo, porque el fuego quema y las cenizas duelen. Y una goma de borrar sólo para aquello que no me atrevo a decir por el miedo al futuro. Y a veces tengo la sensación de que mi pecho suena hueco. De que me sangran las uñas de clavarse en la piel, pero la piel ha perdido la facultad de sangrar. Y temo, y grito, y lloro.

Y sano. Lento, pero sano. Tengo dos pilares que traspasan el cielo y un niño rubio que pierde los ojos cuando sonríe. Tengo manos que me levantan y oídos que me escuchan.

Y tengo un sanador. Un curandero de caricias.




Hoy he estado con un ángel. Dice que somos supervivientes.

miércoles, 24 de febrero de 2016

Tengo los secretos a voces tatuados en la piel y los gritos de silencio atravesados en la garganta. 

Joder, joder, joder. Abre más tus manos sobre mis ojos, déjame ver la totalidad. No disfraces la oscuridad, deja vivir a las sombras. 

No hay mantas que calmen este invierno. 

lunes, 8 de febrero de 2016

Historia de Luz.

Al principio, todo era nada. Al principio ni siquiera había un principio. Al principio, una niña de siete años escribía cartas que no correspondían a sus escasas vivencias. Al principio nadie veía a la niña salvo quien quería verla, quien permitía que sus ojos se adaptasen a las sombras. Y ella lo sabía, y su lúgubre entorno era cómodo, y pequeño, como ella.

Luz no sabía nada de esto entonces. Luz alumbraba vidas y propagaba paz. Luz permitía ver las cosas con claridad incluso sin saber que lo hacía. Luz era envidiado, era temido, era deseado. Luz arrasaba por donde iba, Luz irradiaba seguridad.

Cuando Luz se encontró con la pequeña niña Sombra, alumbrarla se convirtió en reto. Cuando la niña se encontró con luz, entender la fuente de toda esa energía fue su Biblia. Se convirtieron en dos imanes que giraban sin parar, alejándose cuando estaban demasiado cerca, acercándose cuando estaban demasiado lejos. Se convirtieron en dos astros orbitando uno con el otro, sin llegar a tocarse nunca, sin poder escapar de la atracción jamás. A veces, la niña Sombra quedaba parcialmente iluminada cuando Luz se le acercaba demasiado. Y se asustaba, y huía más. La pequeña niña Sombra solía estar cómoda en la oscuridad. Pero estaba imantada a Luz.

Luz era osado, y no le temía al aura oscura de ella. Luz sabía toda la oscuridad que dejaba tras de sí. Luz tenía una cara que siempre permanecía escondida, y en ella escondía su propia oscuridad para que nadie pudiese verla. La niña Sombra pudo verlo. La niña Sombra pudo ver que luz no era tan diferente a él. Luz era fuerte, era valiente, era tenaz. Eso era lo que hacía su naturaleza. Pero a veces, luz era vulnerable.

Luz y Sombra llegaron a acercarse tanto que ella quedó totalmente iluminada por él. Él pudo verlo todo. Vio lo que la oscuridad había ocultado siempre. Vio a la pequeña sin filtros, sin opacidades, la vio sin pasado a sus espaldas y sin futuro en sus ojos. La vio íntegra. Y no se fue. Se quedó allí, iluminándola. Hasta que ella tuvo luz propia. Perdiendo parte de sus energías para pasárselas a ella. Y proyectó todas sus sombras tan lejos que por un momento fueron casi inexistentes. Sombra lo abrazó. Y tocó esa parte oculta, esa parte oscura, esa parte llena de sombras de Luz. La tocó con sus manos contagiadas de la paz de las de él, y apaciguó su oscuridad con su claridad prestada. Sombra curó a Luz con su propia luz.

Ahora Luz y Sombra son uno. Ahora no se ve dónde termina uno, y dónde acaba el otro. Ambos tienen sombras. Ambos tienen luz. Y cuando uno se apaga, el otro brilla tanto que irremediablemente radia al otro con su energía. Ya no se sabe cuánta luz de Sombra es de Luz. Ni cuanta sombra de Luz es de Sombra. Él carga con parte de la de ella para facilitarle el camino. Ella le devuelve su propia luz cuando él la necesita.



Esta es sólo la historia de la pequeña niñita de 7 años que escribía cartas a Nada en la oscuridad de su habitación. Luz se ha cruzado con muchas más almas en el camino. Luz sigue alumbrando vidas. 

miércoles, 3 de febrero de 2016

Voluble y lunática.

No hay quien pueda quitarme el caleidoscopio de las manos y las piedras de los bolsillos, y los nidos del pelo, y los alfileres de debajo de las uñas. No se pueden sacar del edredón los hastíos, los olvidos, la indiferencia y la introspección monocromática.

Los defectos de fábrica no se pueden revertir. 

martes, 2 de febrero de 2016

Todo es mañana.

El árbol se tuerce. Las ramas se rompen. Los frutos caen y las hojas marchitan. Los pájaros trinan desesperados. Tienen miedo a las alturas. La mariposa al otro lado del mundo no aletea. Es mentira eso que dicen, se ha cansado de querer cambiar el mundo. No provoca tal huracán. El huracán sueña con ser brisa. Al sol se le ha olvidado cómo salir, a la luna cómo ponerse. Las estrellas no quieren ser almas de personas muertas. El universo quiere sentirse pequeño. No quiere ser infinito. La Tierra no llora porque muere, está cansada de vivir. El agua ya no quiere fluir. El agua sólo quiere descansar.


Y en realidad, todo eso da igual.