Y se equivocó durante mucho tiempo.
Ahora salta sobre los charcos y se moja los pies. Y su nariz siempre tiene frío. Ahora persigue pisadas porque se ha dado cuenta de que el camino no lo traza ni ella ni nadie. Y mira el cielo cada día y admite que no le gustan las nubes grises y que prefiere la luz.
Y la ingenuidad...
Charlotte recoge su abrigo rojo. Echa a andar.
No proyecta sombra.
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