Se me salen las tripas y aquí huele a podrido, que las
mariposas fermentan bien. Yo que tú me alejaba. Mi tinta es ponzoña y mis manos
tratan de sostener los pedazos que se rompen de mí, pero se me escurren entre
mis dedos engarrotados por el frío. Me arde la inseguridad, la ingenuidad y el
avergonzamiento. Me duelen las cicatrices que me hice yo misma más que las que
me hicieron los demás. No sé olvidar, pese a que no recuerdo. Me falla más
veces la razón que la memoria, y más veces la memoria que el rencor. Prefiero recordar
risas ajenas y lágrimas propias. Prefiero lo bueno de fuera, y que lo malo
venga del interior.
…
¿Y que la ingenuidad se siga comiendo las mariposas?
No. Mejor no te alejes. Mis mariposas son mías. Mis
mariposas son mi reliquia.
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