Para analgésico, su olor.
Para curativas, sus manos.
Para tranquilizante, su voz.
Yo sólo era espinas, y él me vio flor. Dice un viejo poeta que unos ojos no son bellos porque tú los veas, son bellos porque te pueden ver. Y yo tengo la mirada llena de luz y de mar.
Te quiero.
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