miércoles, 30 de marzo de 2016

La sonrisa del infeliz.

Es más sonrisa que cara, pero cuando se pone seria se le humedecen los ojos. Camina dando saltitos y  cuando habla le aletean las manos ansiando volar. Cuenta su mierda. "Todo el mundo tiene lo suyo". Pero vaya con su mierda. "He rozado la locura. La he tocado con los dedos. Estuve a punto de perderme, pero siempre quise luchar". Apenas sabe nada de mi. No ha hecho falta. Dice que he sufrido, que eso se nota. Que entre nosotros sabemos reconocernos. Dice que soy fuerte. Que me lo vio en la cara. Dice que se ve reflejada en mi y que ahora nos toca. Dice que la felicidad se consigue persiguiendo la felicidad. Yo creo que se refiere a la Utopía que describía Galeano. Pero quizás sí que sea el camino el que ella describe. Quizás la solución sea decir adiós a los monstruos. Dejar de temer la soledad y el abandono. Creer como ella que "si hemos pasado por esto, podemos pasar por cualquier cosa. Ya nada puede con nosotras".

Yo también rocé la locura con los dedos. Aún sigo acariciándola de cuando en cuando. Y me da miedo que mi mierda salpique, que mi mierda aleje y que el "eres normal" que me dijeron un día sea tan sólo un espejismo. Y me meto las llaves entre los dedos cuando voy sola. Y me alejo de las ideas de una estabilidad que jamás he sentido. Y tengo el concepto 'Efímero' tatuado a hielo, porque el fuego quema y las cenizas duelen. Y una goma de borrar sólo para aquello que no me atrevo a decir por el miedo al futuro. Y a veces tengo la sensación de que mi pecho suena hueco. De que me sangran las uñas de clavarse en la piel, pero la piel ha perdido la facultad de sangrar. Y temo, y grito, y lloro.

Y sano. Lento, pero sano. Tengo dos pilares que traspasan el cielo y un niño rubio que pierde los ojos cuando sonríe. Tengo manos que me levantan y oídos que me escuchan.

Y tengo un sanador. Un curandero de caricias.




Hoy he estado con un ángel. Dice que somos supervivientes.